lunes, 16 de julio de 2012

CONSULADO DE ISRAEL CORDOBA – ARGENTINA

CONSULADO DE ISRAEL CORDOBA – ARGENTINA _________________________________ The Guardian 1º de julio 2012 Para Irán, las sanciones son un precio que vale la pena pagar para preservar a la República Islámica El refuerzo de sanciones contra Irán no funcionará. Para sus líderes, los intereses ideológicos triunfan sobre los económicos. *Por Hadi Kahalzadeh y John Schiemann La última ola de sanciones contra Irán entra, hoy, en vigencia. Esas condenas son predicadas, en gran medida, sobre un “modelo actor racional” con el que Occidente espera que, los líderes de Irán, hallen – quizás- sus propios intereses para abandonar su programa nuclear. El problema con esa estrategia no es que los líderes de Irán sean irracionales sino que ese juego solo funciona si Occidente conoce cómo evalúa Irán los costos y beneficios y las opciones que, cree, tiene disponibles. Luego del fracaso de las sanciones previas, Occidente impuso un nuevo paquete de castigos, mucho más severos mientras que, Irán, adoptó una postura más autoritaria respecto a Occidente, estableciendo que responderá a sus amenazas (económicas y militares) con sus “propias amenazas”. ¿Por qué, entonces, falló Irán en responder a la presión internacional? De acuerdo con el modelo básico de sanciones, su objetivo alterará su comportamiento en la dirección deseada cuando los costos de la resistencia se hagan mayores que su precio. Sin embargo, a pesar de la dependencia de Irán en el petróleo, la debilidad estructural de su economía, y los profundos costos económicos (fuerte aumento de inflación, crecimiento económico negativo y el creciente desempleo) no se quebró. Esto debería inducir a los políticos a preguntar cómo evalúa Irán los costos de las sanciones y el desafío a Occidente. Primero, para los líderes de Irán, los intereses ideológicos y de seguridad superan a los económicos: a saber, la seguridad de la clase gobernante y ser vistos como protectores de los mitos fundacionales de la República Islámica. El régimen enfatizó, desde su creación (1979) tres mitos centrales: “justicia islámica”, “ley divina” y “conflicto contra el imperialismo”, los cuales son esenciales para mantener su poder y legitimidad. Por tanto, desde la óptica del liderazgo iraní, cualquier daño a esos mitos es más importante que, por ejemplo, perder, incluso, un billón de dólares. Segundo, Occidente e Irán no comparten un entendimiento de lo que los objetivos de las sanciones son. El objetivo de Occidente es evitar que Irán se convierta en un poderío nuclear pero eso solo podría lograrse si sus líderes cambiaran las políticas o fueran reemplazados- como consecuencia de la presión internacional- por nuevos y más complacientes. En último caso, las sanciones económicas incrementarían, tal vez, el descontento entre la clase media y reviviría la actividad de protesta. Por su parte, Irán cree que el objetivo de las sanciones es evitar la difusión del modelo iraní en la región y demostrar al mundo que la República Islámica es un modelo fallido (que no debe ser emulado por las revoluciones árabes). Por tanto, de acuerdo con el pensamiento estratégico de Occidente, Irán está siendo empujado hacia un rincón, donde debe elegir entre preservar el régimen y continuar su programa nuclear junto con sus ambiciones regionales. De manera racional, Irán elegirá defender el régimen. A los ojos del líder supremo Ali Khamenei, la continuidad de su programa nuclear y el cumplimiento de sus ambiciones regionales constituyen ese resguardo del régimen. Cree que la promoción del modelo iraní en Medio Oriente es, a largo plazo, la llave de la seguridad del régimen y, de esa manera, la presión externa, a corto plazo, por parte de las sanciones es tolerable. Dada esta visión, Teherán considera que, con paciencia, debe esperar para una serie de cambios interrelacionados que, en última instancia, lo favorezcan. Irán ve una crisis económica que, de manera creciente, paraliza a Occidente. Además, Irán puede convencerse que esta cercano a unirse al existente club nuclear; ya que pronto alcanzará el punto en donde las circunstancias cambien a su favor, radicalmente. Las sanciones juegan dentro de los esfuerzos de Khamenei por consolidar su poder y justificar la represión interna. Por tanto, Irán puede ver los castigos no como un costo, sino como un beneficio. Irán puede señalar las sanciones como el sufrimiento que soporta en su rol de portador de la resistencia en el mundo islámico contra lo que considera como el imperialismo estadounidense. En su visión, la República Islámica es un modelo a ser emulado por las revoluciones árabes, la exitosa exportación de lo que legitima, por si sola, aún más los tres mitos fundadores del régimen. Las sanciones son, a corto plazo, una inversión económica con costos que pagarán, en el largo plazo, grandes dividendos. Irán no está jugando al ajedrez, no importa cuánto puedan desearlo EEUU y la Unión Europea. Con Irán y Occidente jugueteando diferentes juegos, una resolución pacífica en el futuro cercano parece muy poco probable.   *Si no desea seguir recibiendo nuestra información, favor responder este e-mail con la palabra "Remover" en el asunto