viernes, 14 de enero de 2011

MARCELO KISILEVSKI: La contradicción hoy es Gaza-Israel; ya no Israel-Palestina

En una conferencia organizada por Nueva
Sión el pasado 23 de noviembre, Marcelo
Kisilevski realizó un pormenorizado análisis
de los dilemas acuciantes de la sociedad
y la política israelí, y de las perspectivas
de paz a la luz de los últimos intentos
de avanzar en las negociaciones con
los palestinos.
“Israel en la encrucijada”, fue el título de
la exposición del ex editor y habitual colaborador
de Nueva Sion, conocido corresponsal
de Clarín en Israel (tarea que realiza
circunstancialmente en reemplazo de
Shlomo Slutzky), que contó con el auspicio
de la Organización Sionista Argentina.
En honor al tema de la convocatoria del
día, Marcelo enfatizó el hecho de que,
lejos de constituirse en una circunstancia
excepcional, “Israel siempre está en una
encrucijada”. En ese sentido, a modo de
una sana provocación frente a un auditorio
bien acostumbrado a las malas noticias,
la apertura de la conferencia se centró
en la presentación de un enfoque optimista
en perspectiva histórica de cara al
futuro. Así, hizo hincapié en un análisis
macro de la historia de la región y la evolución
de la Liga Arabe en su relación con
el Estado de Israel. Una evolución que ha
ido girando desde el inmediato rechazo
con los consecuentes enfrentamientos
sucesivos hasta una progresiva apertura
(acuerdos con Egipto y Jordania mediante)
que se ha ido traduciendo en una mayor
permeabilidad para entablar relaciones
con Israel.
Dicha perspectiva se inscribe en el paradigma
de la “Real Politik”, asumiendo
como telón de fondo el Fin de la Guerra
Fría y la emergencia de la amenaza iraní,
con el consabido debilitamiento del poder
de la Liga Arabe y la necesidad resultante
de salir a buscar nuevos aliados. Bajo
estas premisas, indicó, se estaría profundizando
un cambio en la orientación de la
situación, cuyos ejes centrales habrían
virado desde un conflicto árabe-israelí a
MARCELO KISILEVSKI: La contradicción
hoy es Gaza-Israel; ya no Israel-Palestina
un conflicto palestinoisraelí.
El analista fue
aún más allá, enfatizando
las grietas imperantes en el sector
palestino para dar cuenta de que la contradicción
hoy es Gaza-Israel antes que el
enfrentamiento con palestinos entendidos
como un colectivo indiscriminado. En
ese contexto, marcó una clara contraposición
entre la situación de la región dirigida
por la organización terrorista Hamas
y la fuerte expansión que está experimentando
Cisjordania, con un pujante
desarrollo económico y el fortalecimiento
de sus instituciones: “se está creando
literalmente un Estado en Cisjordania”.
Evidentemente del lado israelí no son
menores los obstáculos para vencer. El
complejo mapa político descripto –señaló-
exhibe una izquierda desorientada en
cuanto a la posibilidad de plantear una
agenda, aunque más favorable a dotar a
un futuro Estado palestino de instituciones
fuertes y sólidas que garanticen la
consolidación de un sistema democrático,
y una derecha que se propone la creación
de un Estado “de baja institucionalidad”,
en cuanto a generar reaseguros
que neutralicen cualquier posibilidad de
alcanzar un nivel de autonomía suficiente
para estar en condiciones de “poder
librar una guerra contra nosotros”.
En el medio se encuentra el frágil equilibrio
con el que debe convivir el Primer
Ministro Netanyahu para preservar su
coalición de gobierno, quien habría marcado
poco menos que una revolución en
su discurso pronunciado en la
Universidad Bar Ilan, en el cual reconoce
explícitamente la idea de dos Estados
para dos pueblos.
En base a esos parámetros, Kisilevski
enumeró los lineamientos de un eventual
acuerdo de paz: un Estado palestino en
Cisjordania con tres bloques de asentamientos,
con la implementación de la
fórmula Clinton en lo que respecta a
Jerusalén (los barrios árabes y cristianos
para los palestinos y los barrios judíos y
armenio para Israel). Indudablemente
restan por establecer definiciones esenciales
en cuanto a áreas de particular
sensibilidad, como por ejemplo el caso
del Monte del Templo.
Como contrapartida al cambio evidenciado
en la dirigencia israelí, se destacan
recientes declaraciones formuladas por
Mahmud Abbas, quien habría expresado
que en el marco de un acuerdo permanente,
el Kotel quedaría bajo soberanía de
Israel.
Intentando despejar algunos mitos imperantes
en cuanto al perjuicio que habría
significado para Israel la asunción de
Obama como presidente norteamericano, el
conferencista planteó una hipótesis en
sentido contrario. Antes bien, su actitud
signada por una postura más equidistante
en torno a Israel lo convertiría en un interlocutor
con mayor credibilidad del
lado palestino, lo cual le otorga una
mayor capacidad de influencia como
actor clave en la resolución del conflicto.
Como tema ineludible, la agenda no
dejó de lado el análisis de la paradójica
comunión ideológica entre los
sectores de la pseudo-progresista
izquierda latinoamericana y el fundamentalismo
islámico, básicamente en
versión iraní. Más allá de la evidencia
de un fuerte desconocimiento acerca
de las raíces e implicancias del fenómeno
yihadista por parte de dichos actores y de
la matriz económica que explica este acercamiento
desde el costado de los líderes,
Marcelo enfatizó la importancia de profundizar
en el análisis y en la generación de
mecanismos de respuesta y rechazo ante
esta cuestión. Un alerta que, por cierto, no
está demás en absoluto, a sabiendas de los
actores que nos rodean (léase D´Elía) y
que hacen gala de sus vínculos con el
régimen teocrático.
Como corolario de una propuesta ambiciosa
y sumamente enriquecedora, que
contó además con una nutrida concurrencia,
el expositor se mostró optimista
ante la posibilidad de alcanzar un
acuerdo de paz entre israelíes y palestinos.
El interrogante surge en torno a
cuál habrá de ser el gap existente entre
la paz deseable y la paz posible. No
obstante, el escenario descripto al
menos vuelve a instalar nuevamente la
paz como alternativa factible, una categoría
que para muchos -hasta no hace
muy poco- parecía caduca.
CONFERENCIA ORGANIZADA POR NUEVA SIÓN:
“Se estaría profundizando un
cambio en la orientación de
la situación, cuyos ejes centrales
habrían virado desde
un conflicto árabe-israelí a
un conflicto palestino-israelí”
Para Kisilevski, la postura
de Obama -más equidistante
en torno a Israel- lo
convertiría en un interlocutor
con mayor credibilidad
del lado palestino, lo cual
le otorgaría una mayor
capacidad de influencia
como actor clave en la
resolución del conflicto

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