viernes, 12 de febrero de 2010

Una de judíos‏

Llàtzer Moix | 17/01/2010

Un tipo serio, la última película de Joel y Ethan Coen, es bastante divertida. A mí me pareció muy divertida, pero es mejor no crear expectativas que pueden acarrear decepciones; dejémoslo pues en bastante divertida. Este filme nos cuenta la historia de Larry Gopnik, un profesor de física que rellena pizarras de fórmulas para demostrar la teoría de la incertidumbre. Pese a ello, Gopnik cree tener su vida bien organizada en el seno de una comunidad judía del Medio Oeste. Hasta que un día todo empieza a desmoronarse. Su mujer le echa de casa para juntarse con un tipo sobón e insufrible, su hijo capea las clases de cultura hebraica a base de porros, su perturbado hermano holgazanea en casa mientras compone una obra abstrusa, y su vecino le gasearía gustoso... Cuando, abatido por estas y otras circunstancias, pide auxilio a rabinos y abogados, topa con incompetentes o sacamantecas. En eso ha acabado su mundo feliz. Dios le ha abandonado.

La historia del atormentado Gopnik se desarrolla en 1967, en un escenario reconstruido con esmero y animado por un elenco actoral idóneo. Los Coen se criaron en esa época en una comunidad similar. Por ello, resulta difícil no interpretar este filme como una cáustica revisión de su cultura. Una cultura donde todo parece sujeto a salvíficas liturgias, pero donde el infortunio se ceba en algunas personas; una cultura que puede ser analizada con más humor que reverencia.

El humor judío goza de enorme prestigio. Forjados en el desarraigo y la persecución, los judíos quizás no parezcan un blanco adecuado para chanzas. Pero los mecanismos doctrinarios que desarrollaron para sobrevivir han generado mucho agobio, mucho temor al otro y, en consecuencia, mucha materia risible y mucho chiste. Por ejemplo, el chiste de la madre judía que le regala dos camisas idénticas a su hijo y, al verle estrenar la primera, le reprocha: "¿qué pasa?, ¿la otra no te gusta?". Oel del matrimonio judío que se pelea por unas tijeras (con las que ambos quieren saltarse los ojos), mientras se da codazos para ver quién salta primero por la ventana del décimo piso, tras recibir "con toda naturalidad" la noticia de que su hijo se va a casar con una gentil.

La nómina de autores que han sacado oro de esta mina es extensa, desde Sholom Aleichem hasta los Coen, pasando por los Marx, Bellow, Malamud o Allen. Ahora bien, no falta entre los judíos quien tiene a estos autores por heraldos del autoodio. Los grupos que se han consolidado repeliendo ataques son a veces refractarios al humor crítico. Ya sean judíos, feministas o minorías que en su lucha contra enemigos temibles han levantado muros protectores tan altos que ahora se tienen por intocables y tratan a sus eventuales críticos de reaccionarios. Precisamente, cuando más los necesitan. Porque todo movimiento o grupo, aunque diga poseer la verdad y la razón histórica, está formado por humanos, es falible, y precisa de la crítica reparadora.

Fuente: La Vanguardia-España

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